viernes, 7 de febrero de 2014

El lápiz mágico


Espero que os haya gustado el anterior cuento, porque me quedan por escribir muchíííííísimas historias. Aquí va otra que va con dibujo y todo:

EL LÁPIZ MÁGICO

Dory era un niño que siempre iba al colegio sin lápiz. Cansado de no llevarlo nunca, un día le dijo a su madre:
-Mamá, quiero que me compres un lápiz.
-Pero, ¿por qué quieres un lápiz? -preguntó la madre.
-Porque siempre tengo que pedirlo a un compañero.
La madre de Dory fue a una tienda a comprarle el lápiz. Al siguiente día de colegio, el profesor dijo:
-Tenéis que dibujar un león.
-Uf, que difícil es pintar un león- pensó Dory. Pero cuando el profesor dijo dibujar un león, el lápiz dibujó un león sin que nadie lo manejase. Cuando el lápiz había dibujado el león por si solo, dijo Dory:
-Ya he terminado.
-¿Ya has terminado?- preguntó el profesor. Si has terminado, tráeme el dibujo del león. Dory le dio el dibujo al profesor y nada más mirarlo, le puso un diez. Cuando terminó el colegio, Dory le enseñó el dibujo a su madre, que le gustó mucho, y por haber dibujado muy bien el león, le hizo un regalo.
Por la tarde, la madre de Dory le compró un libro de hacer dibujos. Cuando volvió, Dory abrió el regalo, y se llevó una sorpresa. El libro que le había comprado la madre era de los más queridos por los niños. Dory le dio las gracias. Al siguiente día, el profesor mandó nueve ejercicios de mates y, en tres segundos, el lápiz le hizo la tarea a Dory. Dory levantó la mano.
-¿Qué quieres?- preguntó el profesor.
-Ya he terminado- respondió Dory.
-Tráeme la tarea. Dory le dio la tarea al profesor y le puso muy bien.
-Bueno- dijo el profesor- dentro de tres días serán los exámenes de lengua y matemáticas.
Cuando pasaron los tres días, el profesor repartió los exámenes de lengua y como siempre, Dory terminó el examen de lengua en tres segundos. El profesor lo corrigió y le puso un diez.
-Toma el examen de matemáticas -dijo el profesor, y antes de que se sentara en su silla, Dory dijo:
-Ya he terminado.
-¿Ya has terminado?- preguntó el profesor. Dory le dio el examen de matemáticas al profesor y le puso otro diez. Cuando llegó a casa, la madre le preguntó:
-¿Qué tal te ha ido?
-Muy bien. He sacado un diez en el examen de lengua y un diez en el de matemáticas. Y desde entonces, Dory se convirtió en el niño más listo de la clase gracias a su inseparable lápiz mágico. Eso sí, que tuvo que estudiar mucho para que su nuevo lápiz no supiera más que él, porque eso no le gustaba tanto. Aunque lo mejor era lo poco que se cansaba en clase. 

domingo, 2 de febrero de 2014

Por qué me gusta escribir

Hola a todos los posibles lectores de este rincón. Hoy inauguro este blog porque me gusta escribir libros, cuentos e historias. Empezaré escribiendo una historia inventada por mí. Me llamo Daniel, Calatita para los amigos, y tengo ocho años. Acabo de cumplirlos este mes de enero. Creo que como yo puede haber muchos de vosotros interesados en esto de escribir. Tengo que aprender mucho todavía, pero creo que no se me da mal. Por eso desde aquí os pido que digáis qué os parece y me ayudéis a mejorar.
Tengo muchas historias por entre mis cuadernos, pero hoy voy a comenzar por la que titulé  El granjero pobre. Aquí va:

EL GRANJERO POBRE

Érase una vez un granjero llamado Jack, que tenía una vaca y un toro. La vaca tenia un ternero de tres semanas llamado Lax. El granjero se ocupaba de cuidar muy bien a los animales, pero era muy pobre y decidió vender a sus gallinas y a sus pollitos. El primer cliente vino a la media hora. Era un hombre muy rico y compró una caja de pollitos. En la caja había cinco pollitos, y cada uno costaba dos euros.
Dos semanas después de haber vendido a sus pollitos y a dos gallinas, consiguió quinientos euros. Había vendido veintinueve cajas de pollitos. Al siguiente día, un hombre rico quiso comprar al toro. El granjero le dijo que no vendería a su toro por nada del mundo. El hombre le ofreció cuatro mil euros. El granjero no se lo pensó dos veces y dijo:
-Trato hecho. El hombre le dió los cuatro mil euros y se llevó al toro. ¡Por fin llegó su día!
Y el granjero pasó de ser pobre a poder seguir con su granja sin preocuparse del dinero. Tenía ya cuatro mil quinientos euros. Pero cuando el hombre le compró el toro, no tuvo ningún cliente más hasta que pasó tres meses.
La vaca estaba muy triste. Había perdido a su pareja. El granjero sacó a su vaca y a su ternero a pastar porque tenían mucha hambre. Cuando la vaca y su ternero llegaron con su granjero a la granja, pensó el granjero:
-A lo mejor, si compro un toro, se animará.
El granjero fue a una tienda y compró el toro más barato, y cuando se iba a ir de la tienda, vió a un cachorro de una semana, y se lo compró. El toro le costó doscientos euros y el cachorro noventa y cinco. Cuando volvió a la graja con el toro y el cachorro, la vaca se alegró muchísimo de tener otra pareja.
Cuando pasaron los tres meses llegó otro cliente y le preguntó al granjero:
-¿Cuanto cuestan tres cajas de gallinas?
-A 30 euros cada caja, en total serían 90 euros - respondió el granjero.
-Aquí tienes. Cuando el hombre compró las tres cajas de gallinas, cada día tenía toda la granja llena de personas. Entonces, cada semana compraba más animales para que los suyos no se pusieran tristes y siguieran criando. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.