Espero que os haya gustado el
anterior cuento, porque me quedan por escribir muchíííííísimas historias. Aquí
va otra que va con dibujo y todo:
EL LÁPIZ MÁGICO
Dory era un niño que siempre
iba al colegio sin lápiz. Cansado de no llevarlo nunca, un día le dijo a su
madre:
-Mamá, quiero que me compres un
lápiz.
-Pero, ¿por qué quieres un
lápiz? -preguntó la madre.
-Porque siempre tengo que pedirlo
a un compañero.
La madre de Dory fue a una
tienda a comprarle el lápiz. Al siguiente día de colegio, el profesor dijo:
-Tenéis que dibujar un león.
-Uf, que difícil es pintar un
león- pensó Dory. Pero cuando el profesor dijo dibujar un león, el lápiz dibujó
un león sin que nadie lo manejase. Cuando el lápiz había dibujado el león por
si solo, dijo Dory:
-Ya he terminado.
-¿Ya has terminado?- preguntó
el profesor. Si has terminado, tráeme
el dibujo del león. Dory le dio el dibujo al profesor y nada más mirarlo, le
puso un diez. Cuando terminó el colegio, Dory le enseñó el dibujo a su madre,
que le gustó mucho, y por haber dibujado muy bien el león, le hizo un regalo.
Por la tarde, la madre de Dory
le compró un libro de hacer dibujos. Cuando volvió, Dory abrió el regalo, y se
llevó una sorpresa. El libro que le había comprado la madre era de los más
queridos por los niños. Dory le dio las gracias. Al siguiente día, el profesor
mandó nueve ejercicios de mates y, en tres segundos, el lápiz le hizo la tarea a Dory.
Dory levantó la mano.
-¿Qué quieres?- preguntó el
profesor.
-Ya he terminado- respondió
Dory.
-Tráeme la tarea. Dory le dio
la tarea al profesor y le puso muy bien.
-Bueno- dijo el profesor-
dentro de tres días serán los exámenes de lengua y matemáticas.
Cuando pasaron los tres días,
el profesor repartió los exámenes de lengua y como siempre, Dory terminó el
examen de lengua en tres segundos. El profesor lo corrigió y le puso un diez.
-Toma el examen de matemáticas
-dijo el profesor, y antes de que se sentara en su silla, Dory dijo:
-Ya he terminado.
-¿Ya has terminado?- preguntó
el profesor. Dory le dio el examen de matemáticas al profesor y le puso otro
diez. Cuando llegó a casa, la madre le preguntó:
-¿Qué tal te ha ido?
-Muy bien. He sacado un diez en el examen de lengua y un diez en el de matemáticas. Y desde entonces, Dory se convirtió en el niño más listo
de la clase gracias a su inseparable lápiz mágico. Eso sí, que tuvo que
estudiar mucho para que su nuevo lápiz no supiera más que él, porque eso no le
gustaba tanto. Aunque lo mejor era lo poco que se cansaba en clase.

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